Contribuidor(es)Comité Húngaro de Helsinki

Vida cotidiana

La mayoría de los reclusos permanecen en celdas colectivas. El hacinamiento carcelario supone un serio problema.   

El fallo de 2015 del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (ver violencia y malos tratos) abordó específicamente el tema del hacinamiento, y exige que las celdas tengan una superficie y altura mínimas por cada recluso: 4m2 para los preventivos, 3,5 m2 para las mujeres y menores de edad y 3m2 para los penados hombres.Con los actuales niveles de hacinamiento, estos requisitos de espacio mínimo están lejos de respetarse.   

Todos los internos disponen de una cama y un colchón. Se ha informado sobre la escasez de ropa, toallas y sábanas, así como sobre la presencia de chinches. Todas las celdas están equipadas con sillas, mesas y armarios. Los inodoros no son privados y se utilizan cortinas para separarlos de los otros espacios. A menudo, las celdas carecen de luz natural y ventilación adecuada.

Los reclusos reciben tres comidas al día, al menos una de ellas debe ser caliente. La calidad de los alimentos es estrictamente controlada. Sin embargo, el presupuesto diario para la comida es de solo de 420 HUF (aproximadamente 1.35 euros) por persona. Para ciertos internos, entre ellos, los que trabajan, los menores y las mujeres embarazadas, se asigna un presupuesto de 584 HUF (aproximadamente 1.9 euros).

Los requisitos dietéticos religiosos, culturales y médicos se toman en consideración. Los reclusos no pueden cocinar en las celdas. Todos los internos tienen acceso a agua potable.

La mayoría de los establecimientos permiten a los reclusos comprar alimentos fuera de la prisión, pero de manera limitada. Casi todos cuentan con un economato en el que los reclusos pueden comprar alimentos básicos y productos sanitarios una o dos veces por semana.

Ocasionalmente, se presentan quejas sobre el tamaño de las raciones y, con mayor frecuencia, sobre la calidad de los productos y de la carne.

Las instalaciones y condiciones de las duchas varían según los establecimientos. Por lo general, las duchas son comunales y no están dentro de las celdas.Los reclusos deben poder ducharse al menos dos veces por semana. Los internos que trabajan se pueden duchar todos los días de trabajo y las mujeres todos los días.

La administración de la prisión proporciona jabón, champú, toallas sanitarias, pasta de dientes y cepillos de dientes. Los internos también pueden usar sus propios productos. Las sábanas y toallas se lavan dos veces por semana. Los penados usan uniformes proporcionados por la prisión y los preventivos pueden llevar su propia ropa.

En la mayoría de los establecimientos, los reclusos pueden lavar su propia ropa. También son responsables del aseo de sus celdas y áreas colectivas.

La presencia de chinches sigue siendo un gran problema en los establecimientos a pesar de que la administración penitenciaria realiza tratamientos con regularidad.

Generalmente, una enfermera realiza una primera visita médica poco después del ingreso de los reclusos. Enseguida, un médico se encarga de proceder al reconocimiento médico de los internos dentro de las primeras 72 horas.

Es posible hacer los exámenes médicos en privado (sin la presencia de los guardias) si el recluso o el médico lo solicitan, o si el jefe de guardias lo autoriza.

En algunos establecimientos, las víctimas de presuntos maltratos son examinadas únicamente por el personal médico penitenciario. Esta práctica ha sido criticada por el CHH y CPT.

Todos los establecimientos proporcionan servicios de salud. Si no se puede garantizar una atención médica adecuada dentro de las instalaciones, los reclusos son trasladados al hospital central de de Tököl, para tratar las enfermedades físicas, o a la institución de salud mental para tratar las enfermedades psiquiátricas (ver enfermos y personas con minusvalías).

En caso de urgencia, si el médico considera que el sistema de salud penitenciario no está en medida de brindar la atención apropiada, el recluso puede ser transferido a un hospital civil.

Los internos generalmente pasan una hora al día en el patio de la prisión. Algunos establecimientos, principalmente los que se sitúan en el campo, les conceden más tiempo. Cada establecimiento cuenta con una biblioteca, y la mayoría dispone de instalaciones deportivas a las que se puede acceder por una tarifa de 800 HUF (aproximadamente 2.60 euros) al mes.

Hay una variedad de programas, en gran parte proporcionados por las iglesias y las ONG. Las actividades disponibles varían según el establecimiento. Desde hace algunos años, la prisión de Vàc ha estado dirigiendo un grupo de teatro y drama.

Los reclusos deben trabajar durante su pena y están obligados a contribuir con 465 HUF por día (aproximadamente 1.50 euros) para cubrir el costo de su reclusión. Se hacen excepciones para las mujeres con más de seis meses de embarazo, las que han dado a luz o las que están en prisión con sus hijos. También se exonera de trabajo a los que se consideran inaptos para trabajar, a los menores de 16 años y a los que han alcanzado la edad de jubilación.

Teniendo en cuenta estas excepciones, alrededor de 12 000 reclusos se consideran aptos para trabajar. De esta población, cerca de 8000 (el 67%) trabajan actualmente y 1654 (el 14%) participan a otras actividades. Por otra parte, 214 internos han sido asignados a “trabajos terapéuticos” con el fin de mantenerlos ocupados.

La naturaleza del trabajo depende del establecimiento. El trabajo agrícola es muy común en las prisiones del campo. Muchos reclusos trabajan en empresas de la administración penitenciaria, de las que forma parte una panadería industrial. En 2015, los reclusos húngaros trabajaron en la construcción de un muro en la frontera con Serbia cuyo objetivo es detener el flujo de migrantes.

Los internos deben percibir por su trabajo un salario de 32 000 HUF por mes (unos 103 euros). El trabajo de los reclusos no está cubierto por la legislación laboral.

Reclusos que trabajan

45 %

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31/12/2015

El 23% de los reclusos recibe formación escolar y el otro 71% participa en algún tipo de capacitación.

La educación es obligatoria para los internos menores de 16 años. Los profesores funcionarios de prisiones o los docentes interinos imparten esta educación. La administración penitenciaria cubre los útiles escolares, libros y otros costos de la educación.

Los menores están exentos de trabajo mientras preparan un diploma, así como de la obligación de contribuir con los costes de su encarcelamiento.

Los reclusos pueden acceder a periódicos, si tienen la posibilidad de pagar por ellos. Igualmente, la administración de la prisión puede instalarles un televisor en las celdas. No se permite el acceso a internet.

Los internos pueden practicar libremente su religión. Además, es posible adaptar los menús a las necesidades alimentarias religiosas.

Las prisiones tienen salas dedicadas a las prácticas religiosas, por lo general una capilla.

El Mecanismo Nacional de Prevención (MNP) y el Comité Húngaro de Helsinki (CHH) controlan regularmente los establecimientos penitenciarios. Además, numerosas ONG, organizaciones e iglesias participan en el sistema penitenciario húngaro.

Los reclusos pueden recibir dinero de varias fuentes: miembros de la familia, pensiones o salario.

Los internos pueden presentar quejas o peticiones ante los funcionarios, o solicitar una entrevista con el director del establecimiento, a quien también se pueden enviar directamente por escrito las apelaciones de las decisiones. Hay un proceso de quejas para el que las personas analfabetas tienen derecho a pedir ayuda (por lo general a otros reclusos). Los funcionarios de las prisiones deben tener una reunión anual con los reclusos.   

Bars FM, una emisora de radio de la prisión de Vác, fue lanzada por la Asociación de Comunicaciones Speak Out, en colaboración con la administración penitenciaira de Hungría. Bars FM funciona durante dos horas diarias y su éxito ha sido tal que han decidido crear una segunda estación de radio en Györ, Hungría occidental.   

Las estaciones de radio son creadas por y para los reclusos y su objetivo es ayudarles a hacer frente a los conflictos, así como prepararlos para su reinserción en la sociedad.