Contribuidor(es)La Liga Camboyana para la Promoción y la Defensa de los Derechos Humanos (LICADHO)

Integridad física

Camboya abolió la pena de muerte en 1989.

Las muertes en prisión preventiva son frecuentes y el estado deplorable de las instalaciones de salud de los establecimientos penitenciarios no favorece su prevención. La Liga Camboyana para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos (LICADHO) registró 25 decesos de reclusos hombres, entre enero y octubre de 2014, entre ellos, cinco preventivos y cuatro menores de 30 años.   

Las tentativas de suicido también son frecuentes; el temor a las largas penas, los abusos y las duras condiciones de la prisión preventiva provocan pensamientos suicidas, incluso entre las personas sin problemas preexistentes de salud mental.La Organización Psicosocial Transcultural (TPO), que interviene en los establecimientos penitenciarios, estima que es poco probable que aquellos que intentan suicidarse o autolesionarse reciban una ayuda o supervisión adecuada. En ocasiones, las alertas de suicidio se sancionan con la prohibición de visitas.

La LICADHO reportó casos de violencia y tortura por parte de la policía y las autoridades penitenciarias, así como por parte de los mismos reclusos. Las personas con problemas de salud mental son a menudo objeto de abusos. La organización no ha tenido acceso a todos los establecimientos, por lo que es posible que se subestime el número de casos de violencia.    

En los informes, los reclusos describen haber sido sometidos a golpes, patadas, bofetadas o puñetazos, a menudo hasta sangrar y quedar inconscientes. Los actos de violencia y tortura más frecuentes consisten en arrastrar a los reclusos por el suelo sujetados por el pelo, obligarlos a estar de pie sobre una pierna durante periodos prolongados, pisotearles la cara y el cuerpo, introducirles objetos en la boca mediante la fuerza, quemarlos con agua hirviendo y cigarrillos, asfixiarlos, violarlos, sofocarlos con bolsas plásticas mientras les propinan golpizas, vendarles los ojos, introducirles objetos en el ano, amenazarlos de muerte, estrangularlos, obligarlos a estar de pie o de rodillas en la misma posición durante varias horas e incluso bajo el sol.    

Entre los objetos utilizados durante las golpizas se incluyen pistolas, palos, barras de hierro, porras eléctricas, walkie-talkies, esposas, cadenas, cuerdas, cables eléctricos, ladrillos, armas de electrochoque y cinturones. También se han reportado amenazas de extracción de uñas y de electrocución como medio para sacarles dinero o una confesión.

Muchos reclusos afirmaron no recibir ni agua ni comida durante la detención preventiva. En ocasiones, los internos que no pueden leer “Khmer” se ven obligados a firmar confesiones que no comprenden.   

La LICADHO considera que las condiciones de reclusión de algunos establecimientos del país constituyen tratos crueles, inhumanos y degradantes. Esto incluye la falta de una atención médica adecuada.

El Código Procesal Penal de Camboya fija la duración máxima de detención preventiva en función de la naturaleza del delito y de la edad del autor de la infracción. En la realidad, muchos internos son mantenidos en prisión preventiva durante un periodo superior al máximo permitido. Sobre todo, los que no pueden pagar un abogado, o sobornar a las autoridades penitenciarias para procesar su papeleo.   

Otros casos de detención ilegal conciernen a aquellas personas que continúan recluidas más allá de la fecha de excarcelación establecida. Esto sucede a menudo por los retrasos para tramitar las órdenes de liberación o por la pérdida del archivo de un recluso.