Contribuidor(es)Antigone

Vida cotidiana

Legalmente, el espacio previsto para una persona es de 9m2, en una celda individual, y de 5m2 adicionales para una persona más (es decir, 14m2 para dos personas y 19 m2 para tres). En la práctica, entre tres y seis personas comparten una misma celda y muchos otros viven en dormitorios. Los reclusos sancionados por motivos disciplinarios o de seguridad son llevados a las celdas de aislamiento.

Todos los detenidos reciben una cama y un colchón y, por lo general, las celdas están equipadas con sillas, mesas y armarios.

Las ventanas de seguridad, a menudo cubiertas con rejillas, impiden el paso de la luz natural. Además, muchos centros penitenciarios están construidos con hormigón, por lo que las condiciones son muy frías durante el invierno y muy calientes en verano (las celdas no tienen aire acondicionado).

Los internos adultos reciben tres comidas al día, mientras que los menores reciben cuatro. El Ministerio Nacional de Salud define la composición de las comidas, pero esta puede variar de una prisión a otra.

La administración penitenciaria es responsable del suministro de los alimentos; se asignan menos de cinco euros para financiar las comidas diarias de cada recluso. La preparación de las comidas está a cargo de los reclusos, ya sea empleados por la administración penitenciaria o por empresas privadas. Algunos reclusos supervisan la preparación de las comidas y se aseguran de que se cumplan los estándares nutricionales. Las quejas sobre la calidad de la comida son muy frecuentes. Las necesidades médicas y religiosas se toman en cuenta. Durante el Ramadán, los presos musulmanes están autorizados a comer después del ocaso y la administración les proporciona los alimentos que pueden preparar en la noche.

Los internos pueden recibir comida de los visitantes o a través de paquetes. También pueden comprar comida o bebidas a partir de una lista de productos disponibles en el economato. Estas tiendas, gestionadas por una compañía externa, deben alinear sus precios con los de los supermercados cercanos (la municipalidad se encarga de controlar los precios). Sin embargo, existen muchas quejas por los altos precios, la mala calidad y la escasez de opciones en estas tiendas.

Algunas prisiones ofrecen cursos de cocina. La prisión de Milán Bollate creó un restaurante abierto al público en el que los reclusos se encargan tanto de la cocina como del servicio.

Las celdas usualmente tienen un baño separado, equipado con un inodoro o inodoro turco, un lavabo y, excepcionalmente, una ducha (pese a que una ley del año 2000 lo requiere). La mayoría de detenidos utilizan duchas colectivas a las que pueden acceder dos o tres veces por semana. No existe una separación entre las celdas y los espacios de higiene en todas las prisiones. Este es el caso para las celdas individuales de 138 establecimientos.

La limpieza de estas instalaciones, así como los estándares generales de higiene varía de prisión en prisión. La escasez de agua corriente y de agua caliente es un problema común.

Legalmente, la administración penitenciaria debe suministrar el papel higiénico, los productos de limpieza y las toallas sanitarias para mujeres. Sin embargo, las provisiones usualmente son insuficientes debido a la falta de financiamiento. Los voluntarios de prisiones a menudo ayudan con lo que la administración no puede proveer.

Por lo general, las sábanas se cambian cada una o dos semanas. Muchas prisiones tienen servicios internos de lavandería, lo que ofrece oportunidades de empleo. Igualmente, los reclusos pueden lavar su propia ropa.

La ley establece que la administración debe dar ropa a los detenidos que no tienen ninguna, pero también la pueden recibir por parte de su familia o de las asociaciones, en caso de necesidad. Para evitar que se cree una élite social dentro de la prisión, se prohíbe el uso de ropa costosa.

La limpieza de las áreas comunes está a menudo a cargo de los detenidos, que reciben una remuneración por este tipo de tareas. Se ha descubierto la presencia de ratas en ciertas ocasiones. En el centro penitenciario de Secondigliano (Naples) algunos reclusos han sido mordidos.

Las ramas regionales del servicio sanitario nacional se encargan de administrar la salud de los reclusos desde el 2008. Las prisiones están generalmente equipadas con una enfermería y cuentan con un personal médico de base (a menudo un médico y un par de enfermeras). Sin embargo, algunas prisiones tienen clínicas mejor equipadas.

Los médicos de las prisiones son miembros de las juntas disciplinarias, lo que crea un conflicto de intereses y problemas de confidencialidad. Los reclusos pueden consultar al médico de su elección mientras estén en condiciones de pagarlo.

Las citas con los especialistas se llevan a cabo dentro o fuera de los establecimientos penitenciarios.

El acceso a los expedientes médicos es difícil debido a la falta de organización. Para mejorar este sistema, la Comisión de Palma exige la informatización del historial clínico de los reclusos.

Conforme al nuevo reglamento aplicado por la Comisión de Palma, los reclusos de régimen común tienen derecho a permanecer fuera de sus celdas durante 8 horas diarias.

Las actividades recreacionales varían considerablemente en cada prisión, según diversos factores: los recursos disponibles, la buena voluntad de los guardias, la actitud de las instituciones locales, la presencia de voluntarios, etc. Ciertas prisiones disponen de canchas de fútbol o de básquetbol y la mayoría organiza actividades culturales en las bibliotecas.

Las oportunidades de empleo dentro de las prisiones siguen siendo limitadas. Según los datos más recientes, menos de un tercio de la población reclusa trabaja actualmente.

El 81% de los detenidos que trabajan son empleados por la administración penitenciaria o por empresas privadas para proveer servicios de lavandería, limpieza, cocina o para el mantenimiento de las instalaciones.

El 10% es asignado a actividades de producción interna, como carpintería, sastrería, lavandería, tipografía, panaderías, centros de llamadas e invernaderos. El 9% restante tiene la oportunidad de trabajar fuera de las instalaciones.

Los reclusos perciben una remuneración por su trabajo. Sin embargo, los salarios, que se han mantenido bloqueados desde hace años, no respetan las normas legales. Las leyes especifican que los detenidos no deben recibir menos de dos tercios del salario establecido para los contratos nacionales por el mismo empleo.

Los detenidos no tienen permitido hacer huelga o afiliarse a sindicatos.

Reclusos que trabajan

81 %

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30/06/2015

Todas las prisiones ofrecen formaciones escolares y profesionales. 17 096 reclusos, entre los cuales 8507 extranjeros, recibieron algún tipo de formación. El 41.5% completó exitosamente los cursos realizados.

En el 2015, 1930 detenidos completaron una de las 170 formaciones ofrecidas, como cocina, jardinería, informática, electrónica, belleza, etc.

Los detenidos están autorizados a ver televisión y a escuchar radio, tanto en las celdas - cada una tiene un televisor a color - como en los espacios recreacionales. No hay acceso a canales satelitales.

Los reclusos pueden comprar periódicos, revistas y, en algunos casos, revistas pornográficas. Algunas prisiones editan un periódico interno y crean estaciones de radio.

Una circular de noviembre del 2015, del Departamento de Administración Penitenciaria, autorizó la mejora del acceso a internet para los internos. Terminales vigilados permiten responder a las necesidades de aprendizaje en linea y búsqueda de trabajo. También se ha facilitado el mantenimiento de lazos familiares a través de conversaciones por Skype.

Los detenidos pueden comunicarse abiertamente con los medios de comunicación, excepto cuando es explícitamente prohibido por el juez. Durante años, la administración ha permitido que los periodistas (incluso personal de televisión) ingresen a las prisiones y entrevisten a los detenidos sin restricciones significativas.

Los reclusos pueden practicar su religión libremente, pero las prisiones sólo garantizan las actividades de confesión católica. Todas las prisiones disponen de salas de culto y de sacerdotes católicos, pagados por la administración penitenciaria, en acuerdo con el Vaticano. Este principio no se aplica a las demás religiones que dependen totalmente de la intervención de religiosos voluntarios.

Existen solo 11 imanes autorizados para alrededor de 6 000 reclusos de confesión musulmana.

Las personas y organizaciones benévolas deben obtener una autorización para intervenir en las prisiones.

En el 2014, cerca de 15 000 voluntarios ingresaron a las prisiones para realizar actividades educacionales, formativas, recreacionales o religiosas.

En ocasiones, algunas personas externas a la prisión pueden participar en eventos culturales o en conferencias. Sobre todo los alumnos que visitan las prisiones o los expertos en derecho penitenciario.

Los reclusos pueden tener una cuenta bancaria, controlada por la administración penitenciaria, en la que familiares, amigos o empleadores pueden depositar dinero.

Por lo general, los internos que no disponen de recursos financieros reciben el apoyo de las asociaciones, que les proporcionan ropa, estampillas y otros artículos de primera necesidad.

La administración penitencia solo provee comida y productos básicos de higiene.

Los detenidos comunican con la administración penitenciaria mediante documentos llamados “domandine” (Modelo 393), que se utilizan para todo tipo de peticiones: reunión con capellanes, educadores, voluntarios y directores. Estos documentos también sirven para los pedidos de productos al economato.

Muchas prisiones tienen un periódico y una radio animados por los detenidos. La asociación Antigone produce, desde hace varios años, una emisión de radio nacional llamada “Jailhouse Rock”. Los segmentos son realizados por los internos de Roma Rebibbia y Milano Bollate.

No ha habido ningún movimiento de protesta colectiva en los últimos años.

Los internos están sujetos a medidas de control varias veces al día. En algunas prisiones se llevan a cabo inspecciones después de cada actividad.

La administración penitenciaria aplica actualmente un nuevo método llamado “seguridad dinámica”, que impone controles menos invasivos a los reclusos con buen comportamiento, y que hace énfasis en el hecho de hacerse responsable de sí mismo y de reforzar la confianza entre el personal y los reclusos.

Los reclusos no pueden ser esposados dentro de la prisión; las esposas se usan únicamente durante los traslados. Los guardias no portan armas y no pueden recurrir a la fuerza, salvo que sea necesario para evitar actos violentos e intentos de fuga, o en caso de que un detenido se niegue a obedecer una orden.

Los guardias que recurren a la fuerza tienen la obligación de informar los hechos a su superior, que debe ordenar una visita médica y una investigación. A pesar de estas instrucciones, el uso excesivo e injustificado de la fuerza por parte del personal sigue siendo un problema.

Si bien la administración penitenciaria debería utilizar las sanciones disciplinarias como último recurso, estas se aplican de forma regular. En estos casos, se trata de medidas como el aislamiento, la exclusión de actividades, el traslado de prisión o la prohibición de visitas.

Las medidas disciplinarias se deben comunicar al juez de ejecución de penas, que cancela la reducción de sentencias (de 45 días cada 6 meses) para los internos que muestran buen comportamiento.