Análisis

En 2020, por primera vez desde 2011, no se registró ninguna ejecución en Japón. Más del 25 % de los condenados a muerte son mayores de 70 años; dos de ellos llevan más de 40 años en prisión. Las condiciones de reclusión, que suelen ser sumamente restrictivas, son aún más severas para las personas condenadas a muerte. Su vida cotidiana se resume en un aislamiento y una vigilancia permanentes, así como en la prohibición de participar en actividades, hacer ruido durante el día, caminar en su celda o desviar la mirada. Las numerosas restricciones que implican largos periodos de inmovilización provocan, con el paso de los años, un considerable deterioro de la salud física y mental.
Si bien las personas condenadas a la pena capital pueden recibir visitas de su familia, estas siempre tienen lugar en presencia de los guardias. Muchos familiares abandonan a su ser querido condenado a muerte por la vergüenza o por el estrés que conlleva mantener la relación. Todo el correo se censura.

Prison Insider recabó información sobre las condiciones de reclusión de las personas condenadas a muerte en nueve países. Descubra lo que sucede en Japón.

Los datos recogidos para el presente estudio provienen principalmente de Japan Innocence & Death Penalty Information Center y del informe The Death Penalty in Japan: A Practice Unworthy of a Democracy realizado en 2003 por la FIDH. Las fuentes complementarias se mencionan en cada caso.

Muchas personas que sufrían de graves problemas mentales fueron ejecutadas.