¿Arrebato?

Durante la noche del 4 al 5 de junio, Francis D y dos de sus compañeros tomaron como rehén al sicólogo de la prisión de Ensisheim (Alsacia, Francia).
2006, 2009, 2010, 2011, 2017: es la quinta vez que este mismo hombre secuestra a un trabajador de la prisión. “Arrebato”, “pérdida de la cordura”, “falta de reivindicaciones claras”, o simple… silencio. Los actos de Francis D se consideran irracionales.

Las protestas, la toma de rehenes y los motines se suceden uno tras otro sin que nunca se evoquen los motivos que llevan a los reclusos a cometer estos actos. Un trillado sermón permite deslizar una idea elemental: los reclusos deben callarse, permanecer donde están, y si posible, por más tiempo de lo previsto. Al parecer, no han entendido la lección.

Los dos sicólogos, rehenes de Francis D por varias horas, no presentaron cargos. Al “surrealismo de su informe”, al “Síndrome de Estocolmo” que se les quería atribuir (crear una relación con su agresor), se opone una realidad que muy pocos quieren escuchar: la realidad de la prisión que lleva a las personas hasta sus límites; aquella en la que las reivindicaciones violentas o inaudibles se califican de “arrebato”; aquella en la que la vista se nubla cuando la mirada va más allá de dos metros y medio. Cuando los muros son el único horizonte, ya no existe la perspectiva del futuro.

“Esta toma de rehenes habría podido anticiparse o evitarse. Pero este tipo de episodios se presentará de nuevo. Solo hay que pensar lo que puede pasar por la cabeza de un hombre condenado a treinta años de prisión, casado y padre de familia que no logra obtener la reunificación familiar”. Estas fueron las declaraciones que dio a Le Monde Cyrille Canetti —el siquiatra que Francis D. tomó como rehén en 2009— para intentar evocar las razones de una ira ciega.

Hicieron falta las palabras de una persona ajena a la administración penitenciaria para explicar lo que ellos califican de “pérdida de la razón”.
¿Cuántas protestas y gestos desesperados se han acallado de esta manera hasta el punto de parecernos absurdos?…

Por ahora desconocemos las razones que motivaron los actos de los tres reclusos. Pero ellos son un ejemplo, entre otros, de los reclusos que se pierden en un sistema penitenciario que tratan de combatir.
Rechazamos todo tipo de violencia. Cuando esta se presenta, no tenemos palabras para justificarla, solo tratamos de entenderla. La institución también sabe, a veces, ser violenta. No hay ninguna excusa. Por eso, hay arrebatos que compartimos.


Clara Grisot