Entre los 45 establecimientos penitenciarios del país, hay 19 prisiones de régimen abierto y semiabierto, 16 de régimen cerrado y de máxima seguridad, 2 centros de detención, 2 centros educativos y 6 hospitales penitenciarios.

Algunas de las prisiones son muy vetustas. Este es el caso de la prisión de Gherla, una antigua fortaleza cuya estructura data del año 1540 y necesita reformas. La modernización de las instalaciones carcelarias fue una condición para la entrada del país en la UE. En 2015 se iniciaron trabajos de reforma para limitar los efectos de la sobrepoblación. Los edificios dedicados a la administración y la educación se están reconvirtiendo en centros de detención.

Las prisiones están situadas, principalmente, en las afueras de las ciudades, como por ejemplo, las de Arad, Rahova y Târgsor.

Los establecimientos penitenciarios pertenecen al Estado; no hay prisiones privadas en Rumanía.

El número de personal penitenciario se elevaba, en 2015, a 12 657. Esta cifra incluye supervisores de prisiones, guardias (entre estos fuerzas especiales de intervención en condiciones de alta seguridad), personal sanitario (enfermeras, dentistas, médicos, ginecólogos), socio-educativo y técnico.

Los ataques de reclusos al personal penitenciario han disminuido, pasando de 98 ataques en 2014 a 78 en 2015. Según la monitorización que APADOR-CH hizo de la prisión de Colibaşi el 28 de enero de 2016, varios trabajadores penitenciarios de diferentes departamentos no llevaban placas identificativas con su nombre en el uniforme a pesar de que es obligatorio. La razón que se ha dado para ello es el temor por su seguridad, ya que los trabajadores creen que si los internos conocen su identidad, podrían ser objeto de represalias¹.

El número de trabajadores sociales y psicólogos se considera insuficiente.