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Venezuela: tortura en el reñidero de Maduro sobre detenidos desnudos en el suelo

Los presos del centro de detención de Anaco, en el estado venezolano de Anzoátegui, ni siquiera tienen el derecho a la protesta, aunque sus cuerpos desnudos sean utilizados por los agentes para la pelea de dos gallos. “¡Cállate la boca, chico!”. Y ¡zas!, un tablazo en la cabeza para acabar con las quejas. Lo nunca visto: un improvisado ruedo de piel y carne en el patio de la comisaría, el palenque (in)humano de la impunidad para diversión y venganza de los policías.

El vídeo, hecho público el pasado lunes 30 de septiembre y que tuvo lugar la semana anterior, ha corrido en las redes sociales ante la evidencia de que la tragedia venezolana se empeña en superarse todos los días. El reñidero -el ring donde pelean los gallos- eran las espaldas de alrededor de 80 jóvenes reclusos sin ropa. Ellos yacían boca abajo, con las manos en la nuca y besando el suelo, en uno de los patios del Centro de Coordinación Policial del municipio de Anaco. Pegados unos a otros durante dos horas en una escena macabra bajo el sol, más de 30 grados y con el cemento recalentado.

Sobre ellos, dos gallos a picotazo limpio. Dándose espolonazos. Saltando de espalda en espalda, rasgando pieles ante la rechifla y las amenazas de los uniformados organizadores de tan cruel coliseo. Los agentes incluso echaron comida sobre las espaldas, para que los gallos continuaran su ritual de lucha. ¿Por qué? Los policías sacaron a los detenidos de sus calabozos hacinados para realizar una requisa, según explicaron familiares. Los reclusos habían iniciado otra huelga por falta de agua y comida. También reclamaban que les permitieran recibir la medicación que les consiguen sus más cercanos en el exterior.(…)

Los más rebeldes también recibieron trompazos en la cabeza, incluso a algunos se les aplicó asfixia con bolsas de plástico, una tortura usada de forma continua en las peores mazmorras del país.

La vulneración de derechos humanos es de tal calibre en Venezuela que la ONU ha aprobado crear una comisión que investigue las violaciones. El país petrolero se convierte así en la primera nación latinoamericana investigada por el Consejo de Derechos Humanos. Torturas, ejecuciones, violaciones sexuales, presos políticos, persecución y matanzas así lo confirman.

La policía y sus 18.000 muertos

Según Human Rights Watch, desde 2016 casi 18.000 personas ha muerto en manos de las fuerzas policiales. Lo sucedido en Anaco, además, airea las prácticas generales de los masificados centros de detención (comisarías o cuarteles policiales), donde los detenidos se hacinan durante meses sin comida pese a que la ley marca que sólo pueden permanecer allí durante 48 horas antes de ser trasladados a prisión (…).

El Ministerio de Servicio Penitenciario, dirigido por la radical Iris Varela (muy cercana a Nicolás Maduro), ordenó hace años que los detenidos permanecieran en comisarías y no fueran trasladados a las prisiones en una primera etapa, pese a que la ley marca que en estos lugares sólo pueden permanecer durante 48 horas. Las distintas policías no tienen espacio ni lugares para retener a los detenidos, ni condiciones de salud para atenderlos, ni comida para alimentarlos… El derrumbe económico provocado por la revolución hizo el resto del trabajo. Las transacciones económicas bajo cuerda, donde a las familias les toca pagar en dólares cualquier necesidad de los presos, se extendieron en más de 500 centros de detención, con cerca de 50.000 reclusos en su interior.

“El pago, la extorsión y la corrupción por todo, por dejarles llevar la comida… La familia lo provee y por eso las extorsionan, les cobran por alimentarles.”

“Eso ocurre en Anaco y en todos los centros del país. Es una práctica común que ha tomado la policía para actuar en estas situaciones”, confirma el coordinador de Una Ventana a la Libertad. En esta ocasión, y de forma excepcional, la Fiscalía de la revolución, siempre obediente al Palacio de Miraflores, reaccionó de forma inmediata “ante los brutales hechos acaecidos” y ordenó la detención del comisario de Anaco y de al menos seis de los agentes implicados en los hechos. El fiscal chavista Tarek William Saab ejerció hace años como gobernador de Anzoátegui y las malas lenguas aseguran que aspira de nuevo a ese puesto. La situación bordea y supera lo inhumano en gran parte de estos centros. En marzo del año pasado perdieron la vida 66 hombres y dos mujeres en Valencia. Las autopsias demostraron que fueron víctimas de las llamas y de la asfixia tras otra requisa forzada por los agentes de esa comisaría. En mayo de este año fueron 30 los fallecidos en Araure, una masacre provocada por un motín que confirmó, una vez más, que el infierno en Venezuela lo comparten prisiones y celdas de detención.

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