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Venezuela: la anarquía en las cárceles es puesta al descubierto con una masacre por comida

CARACAS (Reuters) - Tres semanas antes de que muriera al ser disparado, Miguel Calderón, un recluso en la cárcel de Los Llanos, envió un mensaje de voz a su padre.

“Vivimos entre la mierda y la basura”, dijo Calderón, un ex soldado de 26 años y encarcelado por robo de automóviles, en el mensaje revisado por Reuters.

Al igual que muchos reclusos en las violentas y hacinadas cárceles de Venezuela, los 4.000 reclusos del Centro Penitenciario de Los Llanos, en el estado centroccidental de Portuguesa, normalmente subsisten con la comida que los familiares les llevan.

Pero las autoridades prohibieron las visitas debido a una cuarentena impuesta en marzo ante el coronavirus.

Los guardias, desesperados por la escasez nacional, comenzaron a robar la poca comida que entraba a través de las rejas, dijeron los reclusos, lo que obligó a algunos prisioneros a comer animales callejeros.

Cuando llegó el 1 de mayo, Calderón y otros convictos no pudieron soportarlo más. Alrededor del mediodía, se agolparon en la entrada de la cárcel, exigiendo cambios y algunos intentaron escapar, según dos testigos y otras tres personas familiarizadas con el incidente.

Dijeron que un contingente de soldados de la Guardia Nacional que vigilaban el perímetro abrió fuego y golpeó a decenas de reclusos.

Al final del día, 47 prisioneros habían muerto y 75 más resultaron heridos, dijo el grupo no gubernamental Observatorio Venezolano de Prisiones, durante el caso más reciente en la historia de masacres en prisiones venezolanas.

Las dos personas en la cárcel en ese momento, interrogadas por Reuters, dicen que los soldados ejecutaron a varios de los heridos en el suelo.

Al día siguiente, la oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos expresó su gran preocupación y pidió una investigación.

Los Ministerios de Información y de Servicios Penitenciarios no respondieron a las solicitudes de comentarios, y Reuters no pudo hablar con ninguno de los guardias o soldados presentes durante el incidente.

La ministra de Asuntos Penitenciarios, Iris Varela, dijo el 6 de mayo en una entrevista con la emisora Unión Radio que era “falsa, de toda falsedad” la versión de la protesta de los presos en Los Llanos por comida.

El fiscal general de Venezuela, Tarek Saab, dijo el viernes que las autoridades estaban investigando el incidente y estaban realizando autopsias a 47 víctimas.

El destacamento de la Guardia Nacional local, en un comunicado, dijo que el director de la penitenciaría había sido herido con un “objeto punzo penetrante”, mientras intentaba hablar en la entrada con los reclusos y cuando intentaron huir “fueron abatidos”.

ECLIPSADA POR UNA INCURSIÓN

La historia de la masacre ha sido enterrada por la noticia de una frustrada incursión armada contra el Gobierno del presidente Nicolás Maduro, vinculada a la oposición, en la que dos ex soldados estadounidenses fueron capturados y ocho personas abatidas.

La televisión estatal ha estado elogiando a los soldados venezolanos por repeler el tipo de incursión estadounidense que el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) ha advertido durante mucho tiempo, permitiendo a Maduro desviar la atención sobre el caso de la prisión y otras violaciones a los derechos humanos.

En las últimas semanas, las fuerzas de seguridad dieron muerte a varios venezolanos que protestaban por la escasez de gas y agentes de inteligencia detuvieron a opositores que criticaban la disposición del Estado para combatir el coronavirus.

Una declaración del Departamento de Estado de Estados Unidos dijo el jueves que Maduro estaba usando la fallida incursión “para justificar un mayor nivel de represión” y que “intentaba evitar la responsabilidad” por las muertes en prisión.

Los mortales disturbios son comunes en las hacinadas prisiones de Venezuela, donde los grupos criminales mantienen el control, a menudo con el consentimiento de las autoridades penitenciarias, de acuerdo con activistas de derechos humanos.

Pero este delicado equilibrio de poder está siendo desestabilizado por la crisis del coronavirus.

Una grave escasez de gasolina se ha sumado a las restricciones de la cuarentena, reduciendo el suministro de alimentos, ya limitado de Venezuela.

En ninguna parte se ha sentido la escasez más severamente que en las cárceles, donde se estima que viven unos 50.000 reclusos. Con el Gobierno apenas capaz de pagar a sus propios trabajadores o asegurar las importaciones de alimentos para la venta a precios subsidiados, el bienestar de los prisioneros se ha reducido aún más en la agenda.

Calderón fue encarcelado hace cuatro años en Los Llanos, un complejo de sucios bloques rodeados de cercas oxidadas cubiertas con vegetación y ubicado a las afueras de Guanare, la capital de Portuguesa.

En el mensaje a su padre, Víctor, Calderón dijo que vivía en un destartalado sector de la prisión llamado “Jumanji”, donde los prisioneros duermen “como perros” ya que no había espacio en las celdas. Los reclusos en esa sección de la cárcel son conocidos como “los manchados”, según activistas y familiares.

Calderón le describió a su padre cómo en un momento vio la cabeza de un gato rodando por el suelo y un grupo de “presos alegres” porque habían encontrado al animal y se lo comieron. Los prisioneros además, dijo Calderón a su padre, defecan al aire libre.

“Esto es una locura, papá”, dijo.

ESPERANDO ALIMENTOS

El líder de la pandilla de la cárcel, conocido como Olivo, en un mensaje de WhatsApp distribuido localmente después de las muertes y compartido con Reuters por uno de sus asistentes dentro de la cárcel, dijo que los oficiales estaban “incitando a la violencia” con las nuevas restricciones.

“Nos han quitados los alimentos que con sacrificios nuestra familia, haciendo su mayor esfuerzo, a pesar de la situación, nos hacen llegar”, dijo Olivo.

En su mensaje, Olivo dijo que el 1 de mayo los reclusos fueron de “una manera pacífica” a la entrada de la prisión para expresar sus preocupaciones al director de la cárcel y buscar “una solución, no un conflicto”.

Reuters no pudo llegar a Olivo directamente.

La Guardia Nacional se refirió a él como “líder Olivo” en su declaración.

Calderón esperaba recibir comida, según dos personas que estaban con él en ese momento le dijeron a Víctor en mensajes de voz también revisados ​​por Reuters.

En los mensajes enviados a Reuters a través de Víctor, las dos personas se negaron a ser identificadas debido a preocupaciones de seguridad.

Las tensiones aumentaron afuera, aunque no está claro qué provocó el tiroteo.

“Yo le decía: no te vas a quedar pegado (quieto), hay que caminar”, dijo en un mensaje una persona con Calderón.

Pero no se movió, dijo la persona. Cuando sonaron los disparos, Calderón recibió un tiro en la pierna y el pecho, dijeron ambas personas. Sus amigos lo arrastraron de regreso al interior mientras los guardias andaban “asegurando” -la jerga que usan en la cárcel para el verbo rematar- a los prisioneros que yacían en el suelo, dijeron.

El general Gherson Chacón, comandante de la Guardia Nacional en Portuguesa, no respondió a los mensajes en busca de comentarios.

Las dos personas que estaban allí dijeron que le quitaron la ropa de Calderón para buscar más agujeros de bala, pero la sangre burbujeaba en su boca y murió “asfixiado”. Según una persona, antes de morir, dijo: “¿Por qué a nosotros nos pasan tantas cosas?”.

Los guardias dejaron el cuerpo delgado de Calderón, vestido solo con calzoncillos, en el suelo fuera de la prisión junto a los otros cadáveres mientras la sangre se acumulaba a su alrededor, mostraron fotos enviadas a Reuters por la legisladora de la oposición, María Beatriz Martínez.

Víctor identificó a Calderón en las fotos.

La policía devolvió el cuerpo de Calderón a Víctor la noche siguiente y su familia lo enterró a la mañana posterior en un cementerio en Guanare.

En una entrevista telefónica, Víctor dijo que no habían recibido un informe oficial de autopsia que confirmara la causa de la muerte de su hijo. Calderón fue nombrado en una lista de 30 de los fallecidos publicada el 4 de mayo en el periódico progubernamental Últimas Noticias.

“Al Gobierno no le interesa para nada que la verdad de la masacre salga”, dijo la diputada Martínez.