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Alemania: los 'menús de pena' que se sirven en las cárceles

Tres reclusos de una prisión de alta seguridad en Alemania logran hacerse con un móvil, abren una cuenta en Twitter y cuelgan imágenes de su comida entre rejas.

Media zanahoria sin pelar, unas lonchas de queso y un triste panecillo con aspecto de no ser muy fresco. No es precisamente la imagen de un plato de lujo como las que la gente acostumbra a postear en las redes sociales cuando visita un restaurante y quiere impresionar a sus amigos o seguidores. La fotografía de tan espartana y escasamente apetitosa exhibición gastronómica es obra de tres reclusos anónimos del centro penitenciario berlinés de Heidering, a las afueras de la capital alemana. Pese a la estricta prohibición de manejar teléfonos móviles que rige en las penitenciarías germanas, el trío ha logrado hacerse con un aparato de manera clandestina y abrir una cuenta en Twitter en la que informan regularmente sobre la alimentación de quienes pasan la vida entre rejas en una moderna cárcel en el Estado federado de Brandeburgo que se ubica a doce kilómetros de Berlín.

‘Gefängniscuisine’ (cocina carcelaria) es el nombre de la cuenta en la que publican desde hace ya veinte días las imágenes de su dieta diaria, siempre acompañadas de comentarios irónicos. Sobre el fondo azul de lo que se presume una ligera manta penitenciaria, pueden verse en las fotografías, ordenadamente dispuestos para que se aprecien mejor, los distintos componentes de un menú. Los platos calientes servidos en bandejas metálicas con varios huecos para repartir los alimentos. Como el menú en el que pueden verse unos macarrones, una salsa de tomate con unos cuadrados indefinidos -¿taquitos de jamón o tofu?- y un pequeño yogur de frutas. «En el jardín de infancia siempre un éxito. Para un niño sería una ración suficiente», apuntan los autores del tuit, que subrayan así lo reducido que resultan las raciones para un adulto.

A la vez, abren un debate al que se suman todo tipo de curiosos con comentarios que van desde la indignación de los que consideran el menú carcelario un castigo suplementario injusto para los reclusos, a los que afirman que algo malo habrán hecho si están entre rejas y no deben quejarse de lo que les ponen en el plato.

“Están recluidos por su propia culpa. Pensionistas inocentes no pueden en muchos casos permitirse una comida así y se ven obligados a recoger cristal en la calle”, afirma un tal Maikaefer. Lo que sí queda claro en el debate es que los ‘inquilinos’ de la prisión de Heidering comen caliente una vez al día y tanto el desayuno como la cena son fríos. “El menú frío se compone generalmente de un panecillo doble y cuatro o cinco lonchas de embutido o queso. A veces nos ponen queso fresco. Y alguna vez, aunque lamentablemente no a diario, algún tomate o una zanahoria”, explican los reclusos a preguntas de los interesados.

Por lo que puede verse en las imágenes tomadas por los internos, tanto la verdura como la fruta frescas son alimentos de lujo que escasean en los menús de esta penitenciaría, que abrió sus puertas en 2013. Y predominan los rebozados misteriosos, las patatas cocidas y apochadas con requesones, las guarniciones de pasta y arroz con salsas por separado y alguna que otra sopa o potaje con legumbres y verduras.

“La cena de hoy se la dedicamos al señor Dirk Behrendt”, escriben, en referencia al senador de Justicia de Berlín, acompañando a una foto con un panecillo, dos huevos duros y un triángulo de queso. “Dice que tenemos la mejor alimentación posible”, señalan en el tuit los autores de la cuenta de cocina carcelaria, en la que llaman a colegas de otras prisiones del país a publicar también fotos de la comida que les ponen en la mesa. «Nuestro tema es la alimentación en las cárceles, por eso el llamamiento», subrayan, para recordar a renglón seguido que, por ley, deberían recibir 2.800 calorías diarias. Expresan sus dudas de que esa cantidad se alcance realmente.

Registros

La Administración de Justicia en Berlín no ha puesto en duda la autenticidad de la cuenta. Su portavoz, Sebastian Brux, no oculta su irritación por las nuevas estrategias que ponen en marcha los presos para atentar contra las normas carcelarias. “Es muy difícil impedir lo que hacen”, explicó Brux. En los controles y registros que se hacen en la prisión y las celdas se requisan con frecuencia teléfonos móviles, pero “es imposible intervenirlos todos o impedir que entren nuevos aparatos”, reconoció el portavoz. Solo el pasado año, se incautaron más de 1.300 ‘smartphones’ en las distintas cárceles de Berlín, según datos oficiales. La alimentación en Heidering “es pésima, la comida caliente siempre llega fría y la higiene deja mucho que desear”, denuncian entretanto y sin parar los responsables de la cuenta, que han conseguido atraer masivamente la atención de los medios de comunicación.

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