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Yoga, la terapia para liberar a los presos en las cárceles argentinas

Un grupo de instructores lleva esta práctica a ocho pabellones, donde participan 250 internos.
Adho mukha, chaturanga y uttanasana. Estas palabras ya son parte del lenguaje carcelario en Argentina, gracias a un grupo de jóvenes instructores que idearon el proyecto ‘Moksha-Yoga en la cárcel’.

Es un día soleado y en el patio de uno de los pabellones de la Unidad Penitenciaria n.º 48 de San Martín, en Buenos Aires, se escuchan frases como “manos al centro del corazón”, “abran el pecho”, “ahora cobra”, “respiren, pasamos a estocada y guerrero”.

Los que siguen estas indicaciones son 30 internos que, en silencio, descalzos y con los ojos cerrados, intentan copiar las posturas que la instructora Milagros Colombo les muestra con infinito amor y paciencia.

Al fondo, los acompaña un mural multicolor que ellos mismos pintaron con objetivos por seguir: gratitud, voluntad, paciencia, resiliencia, responsabilidad, libertad y paz; son algunas de las palabras que eligieron escribir en la pared a modo de brújula.

“En las dos horas de la clase te olvidás de tus problemas. Vamos con tabla, con adomuka, con chaturanga, y terminamos muy aliviados, relajados. Haciendo yoga te sentís libre, salís durante dos horas de este mundo. Estás tan concentrado que no querés que termine”, dice Lucas Roldán, de 33 años y desde hace ocho privado de la libertad.

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