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Turquía: doble castigo para los presos LGTBI

La transexual Buse Aydin, de 44 años, ha estado en una prisión turca durante 24 años, “por razones políticas”. Pero se siente como si estuviera encarcelada en dos cárceles al mismo tiempo: primero, encerrada en la prisión de alta seguridad turca de Tekirdag; y en segundo lugar, atrapada en el “cuerpo equivocado”.

En prisión, esta condición no se tiene en cuenta: durante cinco años, esperó una cirugía de cambio de género. Finalmente, el Ministerio de Salud rechazó su solicitud: “No es necesario”, fue la justificación concisa, pero clara. Ella entró en desesperación y llevó a cabo una huelga de hambre. Como esto no cambió la decisión, se hizo la cirugía con sus propias manos: se cortó el pene en el inodoro de la prisión. Su abogado, Eren Keskin, está indignado por lo ocurrido: “La ley es realmente clara: el Estado tendría que asumir los costos de su operación, y creo que la decisión legal se basa en la actitud homofóbica de quienes toman este tipo de decisiones”, dijo a DW. El caso de Aydin fue publicado por el Instituto de Investigación CISST en agosto: la triste historia se extendió rápidamente entre el público turco y causó consternación. CISST investiga las prisiones turcas sobre una base científica. Para este propósito, está en contacto constante con los prisioneros y la mayoría de las veces recibe cartas de quejas de personas como Aydin: presos que pertenecen a una minoría sexual.

Muchos transexuales en aislamiento

Para Hilal Basakk Demirbas, funcionaria de CISST, este caso no es una excepción, sino solo un ejemplo de un problema estructural en las cárceles turcas. En su libro Prisioneros LGTBI en Turquía, evaluó algunas cartas de quejas escritas por estos reclusos. “Uno de los problemas más comunes es que las personas LGTBI a menudo se encuentran en aislamiento, lo que sucede cuando no hay otros LGBTI en la prisión”.
Sin embargo, el confinamiento en solitario también es a menudo una consecuencia del hacinamiento de las cárceles, algo común. “Hace dos años, varios prisioneros LGBTI fueron retenidos en una prisión cerca de Alanya, pero la prisión estaba tan llena que no se podía destinar ninguna celda al grupo, por lo que todos los detenidos LGTBI fueron recluidos en régimen de aislamiento”. Según el libro de testimonios de Demirba, hay casos en que personas LGTBI pasan más de ocho meses en confinamiento, un período que en realidad está destinado solo a delincuentes peligrosos.

Estudio: humillaciones e insultos frecuentes

A menudo se solicita una separación espacial, señala Demirbas, para proteger a las lesbianas, gays o transexuales del abuso y la discriminación. Aunque, según ella, hay una mayor sensibilidad de parte de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley en las cárceles, la verdad es que los avances son lentos y los informes de humillación e insultos siguen siendo numerosos. “A algunos transgénero les molesta ser abordados provocativamente por su nombre de nacimiento; preferirían ser tratados con un nombre de mujer”. También se comete regularmente acoso sexual. El estudio menciona un caso de abuso sexual sufrido por una transexual en un centro de detención en la ciudad de Samsun, en el Mar Negro, que fue cometido por un carcelero: la víctima presentó la queja, y aunque se comprobó que el esperma pertenecía al funcionario acusado, el incidente fue clasificado como “sexo consensuado”.

La abogada Aylin Kirikcu defiende a varios presos LGTBI y señala otro problema que con frecuencia surge con sus clientes: “Al entrar en prisión, las mujeres transexuales a menudo expresan el deseo de que el examen médico sea realizado por una mujer”. Este deseo a menudo no se cumple, por lo que Kirikcu señala que “esto tiene consecuencias desagradables, puede conducir a un contacto físico no deseado, lo cual es percibido por mis clientes como tortura sexual y algunos **se quejan de agresión sexual por parte de funcionarios masculinos durante su arresto”**.

¿Las “prisiones rosadas” son la solución?

El gobierno turco ciertamente ha reconocido el problema que enfrentan los miembros de la comunidad LGTBI en las cárceles turcas. Ya se presentó una solución al parlamento turco en 2014, pero hasta ahora no se ha implementado: en las cárceles, como decía entonces la propuesta, deberían establecerse “secciones rosas”, especialmente para los prisioneros transexuales, lo que supondría un trato especial que garantice la seguridad de los prisioneros homosexuales. Los activistas LGTBI y la oposición criticaron duramente la propuesta: solo promovería la exclusión de las minorías sexuales de la sociedad. Demirbas también es escéptico de la propuesta del gobierno turco.
“Tal prisión no es más que una institucionalización de la discriminación existente”.
Tiene más sentido, argumenta Demirbas, si se hicieran más esfuerzos para resolver directamente los problemas existentes.

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