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Cárcel de Antanimora, módulo de menores

Según cifras de la UNICEF, más de un millón de menores se encuentran actualmente tras las rejas. La gran mayoría de los que están recluidos en Madagascar aún no han sido juzgados. Pierre Duvert captura en fotos su día a día.

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En Antananarivo, capital de Madagascar, la prisión central dispone de un módulo reservado para los menores en conflicto con la justicia. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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El 80 % de los reclusos del módulo de menores de la cárcel de Antanarivo se encuentra en prisión preventiva y desconoce la fecha de su juicio. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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Uno de los principales motivos de encarcelamiento son las demandas por violación que interponen las familias de las niñas cuando no reciben una indemnización por parte de la familia del joven acusado. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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Desde septiembre de 2011, la asociación laica Grandir Dignement, creada por dos educadores especializados franceses, interviene en la prisión de Antanimora. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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Se proponen varias formaciones profesionales en función de las posibles oportunidades laborales. Aprender a trabajar el cuero permitirá a estos jóvenes encontrar un empleo tras su liberación. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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Grandir Dignement imparte cursos de alfabetización y de nivelación. En Madagascar, el 30 % de los niños en edad de ser escolarizados no asisten a la escuela debido al creciente empobrecimiento de las familias. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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En Madagascar, las familias deben pagar la escuela pública para remunerar a los profesores, puesto que el Estado cubre únicamente el puesto de director. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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La mayoría de las instalaciones son vetustas y no reciben mantenimiento. Madagascar pertenece al grupo que la ONU ha definido como “los países menos adelantados”, en los que el PIB por habitante disminuye. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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El 75 % de los malgaches son católicos y practicantes. Las instituciones religiosas juegan un papel crucial en la vida política de Madagascar. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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Un torneo de fútbol se organizó al interior de la prisión; el equipo de jóvenes ingresa al módulo para adultos N°4. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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La prisión de Antananarivo comprende cuatro módulos para adultos. En cada uno de ellos se encuentran hacinados 1000 reclusos en aterradoras condiciones de insalubridad y de tensión permanente. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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Los reclusos adultos pasan el día sentados en el patio, con la prohibición de levantarse. El partido de fútbol es su única actividad. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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Con 83 reclusos por cada 100 000 habitantes, Madagascar es uno de los países que presenta los más altos índices de encarcelamiento. La cárcel de Antanimora alberga a 4000 reclusos, mientras que su capacidad es de 850 personas. Al cumplir los 18 años, los jóvenes serán transferidos al módulo de mayores. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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Desde 2015, se está estudiando un proyecto de ley que prevé reducir los periodos de prisión preventiva y organizar medidas de libertad vigilada, una alternativa que se propone muy pocas veces debido a la falta de un marco establecido y de un seguimiento jurídico y educativo. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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Las raciones de alimentos suministrados por el Estado consisten en 100 gramos de yuca al día. Las asociaciones se encargan de completar estas raciones. Las instalaciones no disponen de un comedor y los jóvenes deben comer de pie. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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Los familiares llevan comida a los jóvenes para completar las pequeñísimas raciones que les suministra el Estado. El arroz es el principal alimento, cocinado al carbón en un brasero. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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Cocinar los alimentos, y comer, es una de las principales ocupaciones diarias de los jóvenes reclusos. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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“Para mantenerse limpio, debemos limpiar todo”. Aunque un poco rudimentarias, las iniciativas para mejorar la higiene y la limpieza ayudan a los jóvenes reclusos a recobrar la salud y la dignidad. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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Con un solo suministro de agua para bañarse y lavar la ropa, es difícil mantener una higiene corporal adecuada. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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Un médico visita a los reclusos una vez por semana. Existe una enfermería en la que es posible curarse a sí mismo las pequeñas heridas y las frecuentes afecciones de la piel. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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Se recurre muy poco a las medidas alternativas a la prisión, a pesar de ser una mejor solución para la delincuencia juvenil. Se pierde mucho tiempo entre la inacción y la espera. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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El artículo 37 de la Convención Internacional de los Derechos del Niño estipula que la prisión debe ser una medida de último recurso para los menores en conflicto con la ley y la justicia. Sin embargo, según el UNICEF, más de un millón de niños se encuentran detenidos en todo el mundo. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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Se incentiva a las familias a visitar a los menores encarcelados; los trabajadores sociales les piden que registren sus visitas en el libro para ayudarlos a mantener el contacto. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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El establecimiento no dispone de locutorios separados para las visitas de los familiares, por lo que se deben realizar a la entrada de las instalaciones, sin ninguna intimidad. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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Los reclusos menores tienen muy pocas relaciones con el mundo exterior, el televisor está ahí únicamente para servir de apoyo a un curso de escritura que se imparte a los jóvenes. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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La persona encargada de las clases de hip hop muestra un video en internet a los participantes. Una ventana al mundo. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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Las clases de hip hop son una de las actividades con mayor participación. Esta permite a los jóvenes desahogarse y, gracias a sus presentaciones, tener una imagen positiva de sí mismos. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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Mediante varios ejercicios que implican la ayuda mutua y la confianza en los demás, el educador intenta provocar sentimientos de solidaridad y luchar contra el individualismo. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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Las clases de hip hop son la ocasión para ejercitar el cuerpo y sentirse vivo. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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El tráfico de cánnabis explota debido a la miseria social. Cultivado principalmente en el sur de la isla, este genera considerables beneficios a las mafias —como en todos los lugares en los que no se ha legalizado— en detrimento de los consumidores, que son cada vez más jóvenes. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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La ley que se está contemplando en Madagascar pondría fin a la idea de prisión preventiva como medio de intimidación y permitiría considerar a los menores más como víctimas que como culpables. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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Las asociaciones logran reducir la reincidencia casi en el 100 % de los casos al alejar a los jóvenes de su entorno de origen. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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Además de intentar dar un sentido a la reclusión, ampliar las posibilidades y generar confianza en el futuro, otro de los retos de la asociación Grandir Dignement son las reformas legislativas que se están considerando actualmente en Madagascar. – © Pierre Duvert I hanslucas.com
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La prisión preventiva se ha convertido en la etapa obligatoria de todos los menores debido a la falta de recursos económicos del Ministerio de Justica. El 80 % de estos jóvenes no han sido juzgados por los delitos que se le imputan

Pierre Duvert

Fotógrafo

Pierre Duvert nace en 1960.
Tras realizar estudios en sociología, Pierre se convierte en fotógrafo profesional y trabaja durante varios años en publicidad.
Hoy en día, practica una fotografía social y documental, y se interesa particularmente por todas las discriminaciones y opresiones de la sociedad. Sus fotografías son el resultado de una posición subjetiva con respecto a ciertos temas de actualidad, y de una voluntad de informar y de compartir a largo plazo su punto de vista Pierre DUVERT es miembro del studio Hans Lucas desde octubre de 2015