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Perú: los ciegos que llevan paz a las cárceles de Perú

Son expertos en masoterapia y en los penales se los conoce como “Los Bartimeos”. Ellos no ven diferencias, al contrario, llevan paz. Con sus manos disipan las tensiones que mantiene el espíritu de los reclusos, desesperanzado. Pese a ser invidentes, han logrado ver las carencias del alma de 500 internas del penal anexo al de máxima seguridad “Virgen de Fátima”, ubicado al sur de Lima en el distrito de Chorrillos.

Durante la sesión de 25 minutos, Robert Monterrey Melgarejo combate el malestar que día a día padecen las mujeres de este centro de reclusión.  “Los dolores son insoportables, en general es resultado del estrés que en ocasiones viven tras las rejas”, narró para Aleteia el joven especialista en masoterapia.

“Mis compañeras y yo nos sentimos felices de saber que detrás de estos barrotes existen personas que piensan en cómo nos sentimos, qué vivimos, y de qué forma nos pueden ayudar”, se lee en una de las cartas de las internas, quienes agradecen el buen trato que tienen siempre con ellas cada vez que las visitan en el reclusorio.  

Detrás de los barrotes

Disponen el módulo, las camillas y biombos dentro del penal. Y todo queda listo para la campaña.  Trece terapistas y 6 voluntarios videntes forman parte de esta comitiva que desde hace 6 años realiza esta actividad, como parte del programa de resocialización del interno que promueve el Instituto Penitenciario (INPE).

En el Perú los penales albergan a más de 76.180 internos. Hasta el momento se registra una sobrepoblación en los 67 reclusorios del país de un 94% de varones y 6% de mujeres, según el último censo del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).

“El poco espacio por la sobrepoblación hace que ellos vivan estresados”, reflexiona Robert, egresado de una de las cinco promociones de la “Casa Bartimeo del Sur”, centro de formación para personas de bajos recursos con discapacidad visual ceguera absoluta y baja visión.

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