El problema de los menores en prisión no es un problema menor

Según la UNICEF, al menos un millón de niños están encarcelados en todo el mundo; sus condiciones de reclusión son deplorables la mayor parte del tiempo.

Las realidades son diferentes en cada país; aquí, son juzgados como adultos y mezclados con adultos, dejándolos presa de intimidaciones y abusos; allí, no se les ofrece más que un tiempo vacío, carente de todo sentido y, allá, el encierro es la única alternativa encontrada para hacer frente a los problemas de adicción. Jóvenes en dificultad que pasan de un hogar de acogida a la prisión. Su vida transcurre dentro de instituciones y muros, mientras que su proceso de construcción requiere de educación y de actividades estimulantes.

En un intento general por reprimir las existencias caóticas, se está destruyendo a la juventud.

Los niños no son “futuros” seres humanos, con “futuros” derechos. Los derechos humanos no son negociables, los derechos de los niños no prorrogables.

El pasado 20 de noviembre se celebró el Día Internacional de los Derechos del Niño. La convención que debería garantizar estos derechos es el texto más ratificado en el mundo, y estipula que la privación de libertad se debe aplicar como medida de último recurso y durante el periodo más breve posible. Aún así, la realidad es otra.

La dignidad pisoteada deja secuelas, las existencias fracasadas de mañana serán el resultado de las violaciones a la integridad de los niños.


Leer el Informe de Human Rights Watch sobre este tema.


Clara Grisot.