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Italia: revuelta en las cárceles italianas

El caos por las medidas contra el virus invade una treintena de prisiones

Una gran columna de humo negro salía ayer de la cárcel de San Vittore, en Milán. Varios presos se subieron al techo del centro penitenciario en un motín que duró horas. Colgaron una sábana blanca donde se leía una palabra: “Indulto”. En la cárcel de Módena, una revuelta terminó con seis reclusos muertos y un asalto a la enfermería.

Las restricciones en el régimen de visitas, como parte de las nuevas normas italianas para frenar el contagio del coronavirus, han provocado motines simultáneos en 27 centros penitenciarios italianos.

En un principio los presos pedían mantener las visitas de los familiares, prohibidas hasta el 22 de marzo, pero luego empezaron a reclamar más peticiones como centros menos sobrecargados o la posibilidad de quedarse en aislamiento domiciliario por el virus. El caos por la emergencia sanitaria está poniendo al límite el sistema penitenciario italiano.

Al otro lado de los muros de la cárcel de Rebibbia en Roma, los familiares de los detenidos protestaban y pedían información sobre el estado de salud de los presos. La situación se calmó cuando permitieron entrar a cuatro familiares para documentarla con sus ojos. En Regina Coeli, otro centro romano, tiraban cartones, diarios y un colchón al que prendieron fuego. En Pavía la revuelta fue sofocada en la noche del domingo, pero los presos hasta tomaron a dos policías rehenes y liberaron a varios detenidos.

Decenas de presos se fugan del centro de Foggia, donde está la cuarta mafia del país

La fuga más impresionante, sin embargo, fue la de Foggia: un vídeo mostraba como decenas de reclusos salían ayer corriendo en pleno día. Según los medios italianos más de cincuenta se escaparon, 36 de ellos parados por las fuerzas del orden. El sindicato de la policía penitenciaria hablaba de números mucho mayores, más de 370 fugados y 70 atrapados. Gracias a la mediación de un dirigente policial poco a poco los detenidos fueron entrando en sus celdas. Los bomberos tuvieron que apagar un incendio en su exterior.

Los carabinieri recomendaron a los negociantes de la ciudad que cerraran sus tiendas y lograron detener cerca de Bari a cuatro que habían robado un coche, reconociéndolos por el número de matrícula. Al otro lado de la verja, los familiares seguían reclamando indultos. La de Foggia no es una cárcel menor: en este ciudad se encuentra la cuarta mafia del país, y una de las más sanguinarias.

La primera revuelta fue en la tarde del domingo en Módena, donde se han registrado los seis fallecidos. La magistratura está investigando las causas de las muertes, aunque en un principio se descartaba que tuvieran que ver con la violencia de los motines, y se apuntaba más bien al abuso de estupefacientes entre la confusión de las protestas.

El sindicato de la policia penitenciaria informó que al menos tres de los fallecidos murieron tras saquear la enfermería de la cárcel. El Ministerio de Justicia confirmó que dos de los cadáveres no tenían “señales de lesiones físicas”, mientras un tercero presentaba una coloración negruzca en la piel por problemas respiratorios. La cárcel fue vaciada ayer para favorecer la investigación y el resto de detenidos fueron trasladados a otros centros. Los otros tres fallecidos lo hicieron en las prisiones donde fueron trasladados, en circunstancias desconocidas.

Aunque el ministro de Justicia italiano, Alfonso Bonafede, dijo que la situación estaba bajo control, también afirmó que estaba dispuesto a negociar sobre las condiciones de las prisiones, pero las revueltas debían acabar. El Gobierno italiano ha permitido a los reos hacer llamadas por videoconferencia y más llamadas regulares durante la emergencia, pero parece que no les basta. “También lo tienen que tener los reclusos de alta seguridad”, decía el garante de los detenidos, Mauro Palma. La situación es tan delicada que el dirigente del Partido Demócrata Franco Mirabelli ha propuesto que los presos que están a punto de cumplir su pena puedan completarla en arresto domiciliario para evitar problemas de hacinamiento.

Todo esto mientras en Italia seguía disparado el número de contagios. El último balance de ayer habla de un panorama todavía más preocupante: 9.172 casos diagnosticados de coronavirus, entre ellos 7.985 actualmente enfermos, 724 curados y 463 fallecidos. Son 97 muertos más en 24 horas, todas “personas frágiles y con patologías previas”, según el jefe de la Protección Civil italiana, Angelo Borrelli.

Este lunes empezaron a funcionar los primeros controles policiales para los dieciséis millones de personas que están confinadas en la Lombardía y en otras catorce provincias italianas. Los ciudadanos podían descargarse y rellenar ellos mismos unos módulos distribuidos por el Ministerio del Interior en el que declaraban conocer las medidas del último decreto para contener el contagio que aislaba el norte del país y tenían que indicar uno de los cuatro motivos por el que incumplían el aislamiento: exigencias laborables comprobables, situaciones de necesidad, motivos de salud o bien regreso al propio domicilio. Los controles también se hicieron para los miles de italianos que viven en Italia pero viajan cada día a Suiza para trabajar, mientras que Austria empezó a tomar la temperatura en la frontera. Ryanair suspendió vuelos en el norte del país.

El Ejecutivo cierra las estaciones de esquí y el CONI pide parar la Serie A hasta abril

El Gobierno también ha optado por cerrar todas las estaciones de esquí porque una de ellas se publicitó para atraer a los estudiantes, que no tienen clase por la emergencia sanitaria. El Comité Olímpico Nacional Italiano (CONI), ha decidido asimismo suspender todos los eventos deportivos en Italia hasta el 3 de abril –también propone incluir la Serie A–, y reclamó al Ejecutivo que adoptara esta decisión por decreto.

Las instituciones italianas trabajan a contracorriente, pero las críticas por la confusión crecen cada día. “Siempre lo he considerado inconcebible, pero vista la situación agravada del Gobierno de unidad nacional no parece una hipótesis peregrina”, analizó Lorenzo Castellani, politólogo de la Universidad Luiss de Roma, refiriéndose a un gobierno de expertos y técnicos para afrontar la crisis sanitaria.