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Fuente: El Confidencial

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España : de la yihad a prisión, de prisión a la yihad

En España son 128 los condenados por terrorismo yihadista entre 1996-2016. Las cárceles no son solo el destino de los extremistas, sino también el hábitat de radicalización de muchos de ellos.

La pasión por la yihad de individuos que viven en Europa se consuma muchas veces en las guerras de Oriente Próximo o en forma de atentados, otras agoniza frustrada tras los barrotes de una celda. “Le condenaron a cinco años y medio de prisión simplemente por ser administrador de una página de Facebook. Ahora reza mucho en la cárcel, se ha dejado barba, lee el Corán y otros libros religiosos, antes no hacía nada de esto”. Son palabras de María González, madre de Ismael Boufarcha, un joven que fue detenido en la provincia de Barcelona en 2015 por hacer propaganda yihadista y captación de militantes. Posteriormente fue condenado junto a los otros siete integrantes de la célula disuelta en la Operación Ghuraba.

La madre de Boufarcha insiste en la inocencia de su hijo, detenido a los 18 años. Se explica: “Nos sorprende cómo habla ahora de la religión porque antes ni rezaba, pero entre la psicóloga y la familia estamos haciendo un buen trabajo para que no odie ni se radicalice”.

Al igual que los presos de ETA, los condenados por terrorismo yihadista están bajo una política de dispersión penitenciaria. Ida y vuelta, de L’Hospitalet a la prisión de Mansilla de las Muelas (León), entre la casa de la madre y el vis a vis hay 300 euros y veinte horas de distancia. Además, Boufarcha, como el resto de yihadistas o presos por delitos comunes que muestran comportamientos sospechosos, está encuadrado en el régimen de Ficheros de Internos de Especial Seguimiento (FIES) y vigilado muy de cerca por funcionarios especializados de los Grupos de Control y Seguimiento para evitar que su radicalización se extienda al resto de reclusos.

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