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España: mujer, joven y con estudios superiores, una nueva hornada de vigilantes llega a las cárceles

En las últimas oposiciones al Cuerpo de Ayudantes de Instituciones Penitenciarias ya aprobaron más mujeres que hombres.

El sistema está fuertemente masculinizado. Del total de funcionarios, el 71,56% son hombres que vigilan a una población reclusa compuesta por un 92,38% de varones.

El 71,56% de los 22.704 funcionarios que trabajan en las cárceles españolas son hombres. El 92,38% de la población reclusa también es masculina. Sin embargo, de los 832 nuevos funcionarios que consiguieron plaza en el Cuerpo de Ayudantes de Instituciones Penitenciarias hay 458 mujeres, más de la mitad del total. En la última oposición, el perfil de las vigilantes de prisiones es el de una mujer, de 34 años y, cada vez más, con estudios superiores.
Ellas comienzan a conquistar un mundo tan masculinizado como es el de las cárceles españolas.

Tras una década en crisis, donde los reemplazos han sido mínimos, los sindicatos no han parado de reivindicar la falta de efectivos y el envejecimiento de la plantilla en las prisiones españolas. Estas últimas oposiciones vienen a reparar los estragos de los recortes. En 2019, la oferta pública tendrá 900 nuevas plazas para este cuerpo.

Por el momento, el ‘número uno’ de esta promoción es una mujer de 23 años, licenciada en Criminología, tal y como explica Instituciones Penitenciarias en su web.

Según cifras facilitadas por esta institución de los 22.704 de los trabajadores de las cárceles solo 6.458 son funcionarias. Si se analiza solo el área de vigilancia, de 15.068, solo hay 3.501 empleadas públicas. Lo mismo ocurre en otros espacios como tratamiento, donde la proporción es 476 de 1.183.

“Apenas hay mujeres en prisiones, pero además existe una desigualdad por género. Promocionar a puestos de superior categoría como Jefaturas de Servicio, Coordinadores o puestos de Encargado/a es más difícil para las compañeras.
Tan sólo hay un 7% de Jefas de servicio, el 10 % de Coordinadoras y un 14% de Encargadas de departamento ya que el colectivo funcionarial siempre ha sido mayoritariamente masculino y cuentan con más antigüedad.“,* explica Silvia Fernández, del sindicato CCOO.

De los 378 puestos directivos, solo 121 están ocupados por mujeres.

Como apunta la sindicalista, los números indican que los roles de género siguen operando dentro del funcionariado de prisión. Las mujeres son mayoría en el área sanitaria, donde son 502 de un total de 888. Ellas también son más cuando se contabiliza el funcionariado en prácticas en centros de estudio (458 de un total de 832).

“Estamos detectando en los últimos años que muchos directores de las prisiones destinan prioritariamente a puestos de oficinas a las funcionarias de prácticas”, denuncia la representante de CCOO.

Antonio González, del sindicato UGT, cree que la incorporación de funcionarias es una tendencia al alza:

“En las últimas convocatorias de empleo público ya ha habido más mujeres. Hace más de una década se unificaron las escalas y, año tras año, entran más compañeras”.

Hasta 2007, los hombres solo podían trabajar con reclusos y las funcionarias solo con reclusas. Desde entonces, el sindicalista ha visto pasar por los módulos de vigilancia a cada vez más mujeres.

Aún así, Silvia Fernández tiene una visión muy crítica con respecto al papel de Instituciones Penitenciarias. Asegura que no se cumple de manera íntegra con la legislación sobre igualdad: “La Administración se ha limitado a cumplir lo más formal, mantener la paridad en los tribunales de selección o incluir un módulo de igualdad de 2 horas de duración en la formación inicial. Sin embargo, no existen medidas de sensibilización, difusión del plan, o una formación específica para todo el colectivo”.

Sobrecualificados

Otro dato que destaca Instituciones Penitenciarias de esta nueva hornada de funcionarios es que hay “cada vez mayor formación”.
Hay “numerosos aspirantes con estudios superiores”, a pesar de que para el Cuerpo de Ayudantes solo se exige el título de Bachillerato:
“La crisis ha influido, ya que hay gente que busca una estabilidad laboral que es muy compleja. La prisión es un medio duro, ya que interactúas con personas que han delinquido y cada día sufrimos una agresión”, explica sobre la cualificación de los aspirantes. Silvia Fernández cree que hay mucho talento desaprovechado, debido a un “modelo organizativo está muy desfasado”, que reduce las probabilidades de tener una mayor proyección profesional: “Cerca del 70% tenemos carrera universitaria, lo que se debería poner en valor”.

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