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Ecuador: Ernesto Pazmiño reconoce problemas de hacinamiento y de corrupción en las cárceles del país

El exdefensor Público General Ernesto Pazmiño se integró al Gobierno de Lenín Moreno como encargado de la cartera de Justicia. El flamante funcionario reconoce problemas de hacinamiento y de corrupción en las cárceles del país.

¿Cómo evalúa el sistema de rehabilitación?
-Es un tema candente, creo que están puestas las condiciones para que de aquí en cualquier momento pueda existir una explosión muy grave en el sistema. Existe un hacinamiento muy elevado, el número de presos es bastante escandaloso con relación al número de privados de la libertad que existían antes. Hay 38.260 presos.

¿Por qué es escandaloso?
-Porque bordea el 38 % y eso es inmanejable. Las reglas de las Naciones Unidas, los parámetros que se han establecido, es que primero no debería existir hacinamiento para que pueda haber una política de rehabilitación. Con un número de presos que bordea los 40.000, si consideramos también los adolescentes infractores, hace imposible la aplicación de una política seria de rehabilitación social porque las cárceles lo único que se convierten es en centros de aseguramiento de presos.

Sus antecesores decían que hay hacinamiento porque se aplicaba más la justicia.
-El aumento viene por una política punitiva muy fuerte en el gobierno anterior. Leyes punitivas, draconianas como el Código Orgánico Integral Penal (COIP) y sobre todo la orientación que tenían los jueces desde las autoridades políticas para la aplicación desmedida e inhumana de la prisión preventiva.

¿No sirvió el modelo del gobierno anterior?
-Sí, es un modelo punitivo que lo que lleva es a establecer una política contraria a lo que dice la Constitución. He hablado de la necesidad de constitucionalizar la justicia penal que este momento lo que se ha hecho es lo contrario. Creo que la solución va por ahí, no es muy complicada, simplemente depende de orientaciones políticas, de políticas públicas claras desde el Ministerio de Justicia.

Pero se han visto casos en los que se abusó de las medidas cautelares para delinquir o en el caso Alvarado que se fugó.
-Hay un tema que no puedo ocultarlo, yo impulsé la implementación de los brazaletes electrónicos, pero con una idea diferente a la que se aplicó.

¿Cuál era?
-Brazaletes electrónicos para mujeres embarazadas, madres que dan de lactar, mujeres en situación de pobreza, adultos mayores, o sea para personas que no representan un peligro para la sociedad, que necesitan alguna vigilancia, pero aquí se le dio un giro adverso: brazaletes para los acusados de peculado y barrotes para los delitos de bagatela. Puede ser que no funcionen adecuadamente las medidas alternativas porque no se complementa con los servicios previos al juicio.

¿Qué es eso?
-Es una situación interinstitucional de personas expertas que hacen una evaluación previa de las características de las personas para recomendarle al juez si dicta o no prisión. Si le recomiendan una medida alternativa esa institución se encarga de hacer el monitoreo, seguimiento y evaluación del cumplimiento; funciona con adolescentes infractores.

¿Qué debe pasar con los dispositivos en vista de las fallas?
-Estoy convencido de que es un mecanismo humano adecuado para evitar el uso de la prisión, pero en las condiciones mencionadas. No la concibo para una persona acusada de peculado, con un alto riesgo de fuga. No lo digo por la situación personal de arraigo, el peligro de fuga es por la pena y ya nos demostró el señor Alvarado que tiene posibilidad de comprar el boleto e irse.

En las cárceles hay mafias, suicidios, etc. ¿Qué hacer?
-Desde la Defensoría fuimos muy críticos en los modelos de atención penitenciaria, en la lentitud de otorgar los derechos penitenciarios a las personas, son temas de políticas de atención que se pueden superar, pero el tema de manejo de los centros es bastante complicado por lo mencionado: mafias, hacinamiento, beneficio para los que tienen dinero. Las cárceles son un reflejo de lo que pasa en la sociedad; el que más dinero tiene es mejor atendido también en las cárceles. Eso implica la necesidad urgente de tener una política penitenciaria.

¿Cómo cambiar esa realidad?
-Una orientación inmediata es necesaria. Creo que es necesario un cambio de directores. No oculto las cosas, tengo información de mucha corrupción en las cárceles; es un sistema bastante podrido en términos de ética, de moralidad. En estos dos meses trataremos de hacer un cambio en ese tema.

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