Testimonio

Japón: una voz salida del aislamiento

Iwazaki estuvo preso durante 15 años en una cárcel de Chiba (Japón). Durante su reclusión cometió numerosas infracciones, y mientras se encontraba bajo régimen de aislamiento, dibujó varias ilustraciones para describir su día a día. Iwazaki fue liberado hace tres años. Este es su testimonio

Me quejé de la violencia que ejercía el personal de la prisión y pedí a un amigo que me ayudase a comunicarlo, con el objetivo de eludir la censura que operaba la dirección de la prisión

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La vida en la cárcel me producía mucho estrés. Todos los días tomaba muchos tranquilizantes: ansiolíticos, somníferos, antidepresivos y antipsicóticos. Cuando tomas medicamentos en prisión, los agentes penitenciarios comprueban tu boca después de haber tragado. Durante un tiempo, fui a un hospital psiquiátrico para reducir el consumo de medicamentos y desintoxicarme. Ahora ya no necesito medicamentos, he recobrado mi salud. – © M. Iwazaki
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Este es uno de los trabajos que se realizan en la cárcel: la producción de palillos desechables. El trabajo de este hombre consiste en embolsar de dos en dos los palillos divisibles. Llena aproximadamente 5000 bolsas al día. Las mete en una caja que luego pasa al siguiente. Lleva una etiqueta en la ropa, en este caso con un anillo rojo, que representa la categoría a la que pertenece el recluso. La clasificación es diferente según el centro penitenciario, pero, en la cárcel de Chiba, la identificación roja representa el nivel 5, el más bajo. Si una persona ha infringido el reglamento durante los últimos seis meses, se considera “mala” y debe llevar una insignia roja. – © M. Iwazaki
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Esta es la puerta de la cárcel de Chiba. La imagen muestra el momento en el que, al salir de la cárcel en Japón, la persona puesta en libertad se inclina por gratitud y dice a los guardias: “Gracias por lo que habéis hecho por mí”. Y los guardias responden: “Viva honradamente y no regrese”. He dibujado la escena de la salida de la cárcel de Chiba, aunque es ficticia. – © M. Iwazaki
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Hace aproximadamente 10 años, el índice de ocupación sobrepasaba el 100 %. La solución que encontraron fue meter a dos personas en la misma celda. En Japón existe la siguiente expresión: “Ir a la cárcel en Japón para tomar una comida maloliente”. No es porque la comida huela mal, sino porque se sirve al lado de los baños. Ocupar una habitación tan pequeña con otras personas provoca un fuerte estrés. – © M. Iwazaki
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Aquí se ve un dormitorio común superpoblado. Es una celda para cinco personas que alberga a siete. El índice de ocupación es del 140 %. El dormitorio tiene dos literas. La persona que está debajo apenas puede ponerse de rodillas. Cuando la cama superior es demasiado alta, los presos se suicidan colgándose del cuello. En la parte superior izquierda he dibujado árboles que se encuentran fuera de la celda. Abajo a la izquierda están los baños. Hay que pasar por encima de la cabeza de los compañeros de celda para llegar a ellos. Cuando haya problemas, las relaciones humanas se deteriorarán y estallarán los conflictos. – © M. Iwazaki
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Estas salas de espera se utilizan antes de las visitas en el locutorio o durante las consultas médicas. Es como si estuvieses en un ataúd. La caja puede cerrarse con llave desde fuera. He dibujado las puertas transparentes, pero, en realidad, están hechas de madera. Aquí vemos a reclusos en estas “cajas sorpresa”, cada uno vestido con un uniforme de la cárcel. (1) La persona lleva prendas viejas, poco tiempo después de su ingreso en prisión. (2) Este recluso lleva ropa de verano. He dibujado medio sombrero de paja, que representa el sombrero que los presos se ponen para hacer ejercicio bajo el sol abrasador. (3) He aquí el uniforme que visten los reclusos cuando jugamos al sóftbol en el campo de deporte. El sombrero tiene una línea roja. Esto indica que se trata de una persona que realiza trabajos peligrosos y que está en contacto con prensas y materiales de corte y soldadura. (4) Es un hombre anciano. En el hombro derecho lleva una insignia que indica que no ha ocasionado ningún incidente durante su reclusión desde hace 25 años. Algunos presos no pueden obtener la libertad condicional antes de treinta años de condena. El hombre camina con la ayuda de muletas pero continúa trabajando. – © M. Iwazaki
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Esto es lo que se me permite poseer en la celda. El baúl de abajo a la izquierda contiene libros de bolsillo y objetos de la vida cotidiana. Está prohibida la posesión de todo lo que no quepa en las cajas y sobre las estanterías. – © M. Iwazaki
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